miércoles, enero 15, 2025
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De Chávez a Maduro: una historia que pasó de la esperanza de cambio a un panorama de sanciones internacionales y denuncias de ilegitimidad.

Desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999, Venezuela experimentó una transformación política y social que prometía ser el comienzo de una nueva era de desarrollo y bienestar.

Sin embargo, con el paso de los años y la transición hacia el liderazgo de Nicolás Maduro, el país ha enfrentado una creciente crisis económica, sanciones internacionales y cuestionamientos sobre la legitimidad del gobierno.

El gobierno de Maduro, en la actualidad está en su peor momento, ya que la mayoría de los gobiernos no reconocen el nuevo gobierno y el Departamento de Estado de los Estados Unidos ofrece 65 millones de dolares por la captura de Maduro, Diosdado Cabello y de Vladimir Padrino López, titular de Defensa; además de la cancelación de casi dos mil visas, pertenecientes a personas vinculadas a esos líderes venezolanos.

LA LLEGADA DE HUGO CHÁVEZ AL PODER.-

La llamada Revolución Bolivariana se construyó a partir del imaginario popular y varias fechas históricas, dolorosas para la nación pero que catapultaron a sus protagonistas a la palestra política. Su nacimiento y el de la propia V República están ligados a un evento particular: la toma de posesión de Hugo Chávez, el 2 de febrero de 1999.

Para los protagonistas de la historia, esa toma de posesión tiene como una de sus raíces fundamentales las elecciones de senadores y diputados de 1998, que fueron adelantadas y separadas de la presidencial del 6 de diciembre de aquel año. Así lo señala Luis Alfonso Dávila, coronel retirado del Ejército y que senador por Anzoátegui, sobre quien recayó la jefatura del Congreso de la República luego de que Chávez resultara electo con 56% de los votos bajo la tarjeta del Movimiento V República (MVR), indicó Tal cual digital.

 

EL DÍA DE LA TOMA.-

Se indicó que el profesor Ramón Guillermo Aveledo, exdiputado del Congreso de la República por el estado Lara, recordaba que desde el 23 de enero, día en que se instalaron ambas cámaras legislativas, «el Capitolio estuvo rodeado de personas partidarias del nuevo gobierno y movilizadas por su partido que gritaban consignas no solo de apoyo al nuevo Presidente, sino insultantes y amenazantes a los parlamentarios y que inclusive agredieron a algunos de nosotros».

La presencia de los adeptos de Chávez «fue una constante» durante 1999, recuerda Aveledo. Tomaban la avenida Universidad, entre las esquinas de Gradillas y La Bolsa, y el pasaje peatonal desde las esquinas de Pajaritos y San Francisco, «hasta que a mediados de año se prohibió el acceso de los parlamentarios al Capitolio, salvo los integrantes de la Comisión Delegada».

La Comisión Delegada de la Asamblea Nacional es el organismo especial del Poder Legislativo Federal de Venezuela que se encarga de las tareas correspondientes de la Asamblea Nacional cuando esta se encuentra en receso.

EL JURAMENTO DE CHÁVEZ.-

Con cada invitado en su lugar, el presidente del Senado, Luis Alfonso Dávila, expresó las felicitaciones del Congreso y procedió a tomar juramento. En el libro que sostenía el coronel sobresalía un papel, la ‘chuleta’ para pronunciar el juramento. «Eso es normal, porque todo el mundo se pone nervioso y se le olvida lo que tiene que decir», recuerda la periodista Yira Yoyotte.

«Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que, sobre esta moribunda Constitución, impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una carta magna adecuada a los nuevos tiempos. Lo juro».

Los aspavientos y cuchicheos no se hicieron esperar en el hemiciclo. «Todos los que estaban presentes en el lugar exclamaron en asombro, pero hubo algo importante: nadie impugnó, que pudo haber pasado porque Hugo Chávez rompió la ley del juramento. Lo único que le correspondía decir era ‘Sí, lo juro’, con la mano derecha en la Constitución y la izquierda con la palma levantada», dice Yoyotte.

Al presidente Caldera le fue entregada su banda en una caja alargada de madera, luego de que Víctor Mendoza, como jefe de protocolo, lo despojase de la misma. También procedió a quitarle el Collar de la Llave del Arca que contiene el libro de actas del Congreso de 1811, otro símbolo del poder venezolano.

El director de Protocolo del Congreso rememora que, días antes de la toma de posesión, el Director de Ceremonial le dijo: «Mire Mendoza, el presidente Rafel Caldera expresó su deseo de que quien imponga la banda presidencial sea Luis Alfonso Dávila».

LOS INVITADOS Y SU LEGITIMIDAD.-

Dentro de los invitados especiales a la toma de posesión de Chávez destacaron el entonces príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, hoy Rey Felipe VI; también estaba el secretario general de la OEA, César Gaviria, y 18 jefes de Estado como los expresidentes Andrés Pastrana (Colombia), Alberto Fujimori (Perú), Leonel Fernández (República Dominicana), Arnoldo Alemán (Nicaragua), Fidel Castro (Cuba), Julio Sanguinetti (Uruguay), y Ernesto Pérez Balladares (Panamá).

Con estos nombres, era fácil imaginar el respaldo que tenía, a nivel nacional e internacional, en recién juramentado presidente venezolano.

MADURO EN EL PODER.-

Ángel Bermúdez establece que cuando Nicolás Maduro llegó a la presidencia en 2013 muchos en Venezuela creyeron que su mandato no duraría.

“Se le comparaba desfavorablemente con su antecesor, Hugo Chávez, un carismático militar que luego de encabezar un fallido intento de golpe de Estado en 1992 llegó al poder por los votos en 1998, convertido en un líder de masas que prometía una “revolución bolivariana” -suerte de segunda independencia- para refundar el país”, explicó.

Añadió que Chávez era un “pico de oro”, un líder carismático, cercano con la gente de a pie, conocido por su curiosidad intelectual y por ser un voraz lector que podía citar en un mismo discurso a Friedrich Nietzsche y a Mario Benedetti.

“De Maduro, en cambio, se destacaba su aparentemente limitada capacidad oratoria y su lejano pasado laboral como sindicalista y conductor de autobús”, comunicó.

Once años más tarde, sin embargo, Maduro asume un nuevo mandato en las elecciones presidenciales, siendo ya el tercer gobernante que más tiempo ha durado en el poder en Venezuela desde inicios del siglo XX, sólo superado por Chávez y por el dictador Juan Vicente Gómez.

Comienza este mandato acusado de fraude electoral, corrupción y narcoterrorismo, autoritario e incluso considerado presidente ilegítimo por muchos. Durante su mandato el país ha experimentado importantes cambios y eventos que han transformado profundamente la historia del país y de la sociedad venezolana.

Agregó que durante el gobierno de Maduro, Venezuela ha vivido la mayor ola migratoria de la historia contemporánea de América Latina.

De acuerdo con cifras de la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), hay 7,7 millones de venezolanos viviendo fuera de su país. Eso equivale a más del 22% de los 34 millones de habitantes que las autoridades venezolanas proyectaban tener, a partir del último censo realizado en 2011.

Con estas cifras, la ola migratoria venezolana es mayor que la de Siria (5 millones personas) y que la de Ucrania (6,5 millones), dos países que llevan años sufriendo guerras.

Esta salida masiva de venezolanos al exterior va completamente a contracorriente de la historia de un país que, desde que comenzó al auge petrolero hace un siglo, se convirtió en receptor de migración y durante décadas fue lugar de acogida de personas procedentes, sobre todo, de otros países de América Latina y del sur de Europa.

La BBC establece que Maduro sobrevive a una “crisis terminal”, pero ahora afronta más débil y aislado su tercer mandato.

“A simple vista, en Venezuela todo sigue igual después de otra crisis que parecía terminal, de otra jornada crucial. Nicolás Maduro sigue en el poder, las Fuerzas Armadas no dan muestra de quiebre en su apoyo al chavismo y la oposición se mantiene en la clandestinidad, perseguida, sin capacidad clara de lograr una transición política”, analiza Daniel Pardo.

“Como ocurrió en 2013, 2014, 2017 y 2019, la crisis política parece haber terminado con un ganador: quien funge como jefe de Estado desde el Palacio de Miraflores. En el fondo, sin embargo, mucho ha cambiado en Venezuela durante el último año. Hay grandes diferencias entre este tercer mandato de Nicolás Maduro, que empezó el viernes, y los dos anteriores. Maduro ahora está aislado en todo sentido, la fragmentación en el chavismo aumenta, se vienen nuevas sanciones y perdió aliados clave de la izquierda como Gabriel Boric, Gustavo Petro y Lula, que se suman a una comunidad internacional occidental que condena a un gobierno que se aferra al apoyo de Rusia y, de manera más tímida, China”, argumenta.

Afirmó que la oposición, por su parte, esta vez parece más legitimada que nunca, tras demostrar el triunfo, por amplio margen, en las elecciones del año pasado.

“Su liderazgo, hoy concentrado en María Corina Machado, no ha caído en la desgracia de sus antecesores. Incluso desde el exilio, Edmundo González es considerado por buena parte del mundo como el presidente legítimo”, concluyó.

RECUENTO.-

Nicolás Maduro Moros, exsindicalista y excanciller, llegó al poder en 2013, después de que Hugo Chávez, el carismático y popular militar que fundó la Revolución Bolivariana, lo designara como sucesor antes de morir.

Durante sus seis primeros años como presidente la economía venezolana entró en crisis, el chavismo empezó a mostrar fisuras y la población inició lo que luego fue el éxodo migratorio más grande en la historia de la región.

En 2014, la oposición mostró liderazgos fuertes y movilizaciones masivas. En 2015 ganó unas elecciones legislativas. En 2017 volvieron a salir a la calle.

Maduro, sin embargo, parecía salir siempre bien parado entre denuncias de represión, escándalos de corrupción y supuestos intentos de magnicidio.

En 2018, el mandatario fue reelegido para un segundo mandato con una oposición parcialmente ausente, dividida y debilitada debido a que su gran promesa —sacar a Maduro— se incumplía una y otra vez.

Luego, en 2019, llegó la presidencia paralela del opositor Juan Guaidó y las sanciones de Estados Unidos al gobierno, que contribuyeron al empobrecimiento del país y le dieron razones retóricas y simbólicas al chavismo para mantener su ecuación de poder.

En estos seis años Maduro, aunque mantuvo restringidas las garantías democráticas, permitió cierta liberalización de la economía y avaló una dolarización de facto que alivió, parcialmente, las penurias de una población con hambre.

La oposición, mientras tanto, cambió de estrategia: dejó el abstencionismo electoral y se acercó, en alianza con cientos de líderes sociales por todo el país, a los sectores populares.

Así, con una oposición empoderada tras las primarias de 2023, se llegó a este nuevo ciclo electoral en el que Maduro no logró probar la victoria anunciada por el afín Centro Nacional Electoral.

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