El reciente conflicto diplomático entre Estados Unidos y Colombia, provocado por la negativa del presidente colombiano, Gustavo Petro, a aceptar la política de repatriación de inmigrantes irregulares promovida por Donald Trump, captó la atención internacional. La crisis, caracterizada por amenazas de sanciones comerciales y restricciones de visados, evidenció profundas diferencias entre ambas naciones en el tema migratorio.
Inicio de la crisis: rechazo a las políticas de repatriación
El conflicto estalló cuando Petro rechazó permitir el aterrizaje de aviones estadounidenses con deportados colombianos, argumentando que sus connacionales sufrían maltratos durante el traslado. En respuesta, el gobierno de Trump amenazó con imponer aranceles a los productos colombianos y restricciones de visados. Petro replicó con medidas similares, anunciando aranceles a productos estadounidenses y explorando nuevos mercados internacionales para las exportaciones colombianas.
A nivel interno, la tensión también tuvo repercusiones. El canciller Luis Gilberto Murillo, quien ya había anunciado su salida a finales de enero, adelantó su renuncia, aparentemente influido por las fricciones generadas por la crisis.
Normalización de las relaciones: acuerdo entre ambas naciones
El fin de semana trajo señales de desescalada. Tras varias conversaciones diplomáticas, Colombia aceptó los términos de la política de repatriación de Trump, condicionados a ciertos acuerdos entre ambas partes. Estados Unidos suspendió las amenazas de sanciones, mientras Colombia comenzó a recibir a los deportados.
El embajador colombiano, Daniel García Peña, confirmó la llegada de los primeros deportados como parte de un esfuerzo por normalizar las relaciones. No obstante, la crisis dejó marcas evidentes, como el regreso de aviones militares C-17 que no pudieron aterrizar en Colombia debido a las tensiones iniciales.
Repercusiones internas y posturas sobre migración
Uno de los efectos inmediatos fue la salida del embajador estadounidense en Colombia, Francisco Palmieri, cuyo retiro, aunque planeado previamente, se interpretó como una señal del impacto de la crisis.
Petro mantuvo su crítica a las políticas migratorias de Trump, subrayando la necesidad de un trato humano y recordando que más de 15,600 estadounidenses residen de manera irregular en Colombia. Asimismo, destacó los informes de maltratos a migrantes deportados, reforzando su llamado a una política migratoria respetuosa.
